La sexualidad más allá de la juventud

¿Cuántas personas han podido hablar abiertamente con sus abuelas sobre sexualidad? ¿Cuántas se han imaginado que sus abuelas tienen deseo sexual y lo satisfacen?

Me refiero a pensar en que las mujeres mayores son sujetos de deseo y deseantes, al igual que el resto de seres humanos. Es cierto que la sexualidad cambia a lo largo de nuestro ciclo vital, pero eso no quiere decir que sea nula por defecto al llegar a los 65 años. Yo era una de esas personas que siempre había oído hablar sobre sexo a mi abuelo, en clave bromista por supuesto, pero que nunca se había imaginado que sus abuelas podían tener aún deseo sexual o que sus abuelos seguían manteniendo relaciones sexuales. Hasta que me picó la curiosidad e investigué el tema a través de entrevistar en profundidad a 6 mujeres entre los 62 y los 72 años, todas ellas provenientes de entornos rurales de Galicia.

Desde mi perspectiva vital, nunca he conocido a ninguna persona mayor que hable abiertamente de sus miedos o situaciones problemáticas, o también buenas vivencias en torno a la sexualidad o afectividad, si no es entre risas y siempre en un ambiente poco serio.

¿Por qué centrar esta investigación en las mujeres mayores?

Porque ellas son las grandes olvidadas en todo este asunto. En este y en la vida en general, porque cuando eres mujer la sexualidad no es algo “que necesites”. Ellas sufren doble discriminación por el hecho de serlo. Principalmente, la educación que recibieron y la época que les ha tocado vivir, carece de libertades sexuales y de información científica (desconocimiento del uso del preservativo u otros métodos anticonceptivos). Estas mujeres han aprendido esto gracias a una sociedad que les ha enseñado a ser sumisas, a no exigir sus derechos sexuales y reproductivos, en definitiva, a no pensar en sí mismas ni en sus necesidades, sino en las de las demás personas casi única y exclusivamente.

A lo largo de esta investigación, he podido hablar con diferentes mujeres que han contado sin tapujos sus historias, sus miedos, sus anhelos y la educación sexual recibida. No podemos olvidar que todas ellas han vivido en una época regida por el modelo “moral o restrictivo” de educación sexual. Esto es: no se habla de afectividad y sexualidad si no es estrictamente necesario. Relegan la sexualidad al ámbito del matrimonio, heterosexual y orientada a la procreación, educando en la abstinencia.

La intimidad prácticamente desaparece con la vejez. Las personas mayores necesitarán cada vez más ayudas para las tareas básicas de la vida diaria, lo que va mermando su intimidad y su libertad (López Sánchez, 2007). Aquí van algunos de los resultados que me he encontrado y los comentarios que realizan las entrevistadas que los fundamentan:

  • Todas las mujeres coinciden en que el modelo de sexualidad que han recibido ha sido el moral, ninguna podía hablar de estos temas con personas de su familia, ni tampoco con profesorado. Es evidente que las experiencias de estas mujeres sobre sexualidad se han desarrollado desde lo que han visto en las películas o lo que les contaban sus amigas, pero la educación que han tenido ha sido desde la “cultura popular”. 

Una de ellas cuenta, acerca de cuando descubre la infidelidad de su marido después de 24 años: “Él me decía que no era para tanto, mujer…Y aun por encima he tenido que aguantar comparaciones con su amante, lo que para mí era un insulto y me hacía mucho daño por parte de la persona a la que yo amaba y con el que he compartido todo”.

Otra de ellas cuenta que cuando empezó con su novio a salir, el que más tarde fue su marido, éste le llevaba 7 años, por lo que toda la gente que la rodeaba le decía que él sólo se quería aprovechar de ella, y que cuando tuviese sus primeras relaciones sexuales (una vez casada), si ella “no lo hacía bien, su marido se iba a reír de ella”. Vemos aquí como una vez más el disfrute sexual del marido era uno de los objetivos principales de mantener relaciones sexuales dentro del matrimonio y, cómo no, responsabilidad de las mujeres.

  • “Asexuación” que la sociedad concede a las mujeres mayores de 60.

Es evidente que la sociedad piensa que una vez que cumples 60 años “ya no tienes necesidad de sexo”, “el sexo es para jóvenes”, “no tienen la forma física suficiente para ello” (considerando que para tener relaciones sexuales la sociedad dice que hace falta llegar al coito y a no sé cuántas posturas diferentes), o “que se pueden hacer daño”. Todo lo que se encuentre fuera del umbral de ser joven, delgado y guapo ni siquiera se tiene en cuenta. Los cuerpos viejos, mutilados, gordos, imperfectos o diferentes a la norma del porno mainstream, no son considerados aptos para el placer, ni siquiera para hablar de ello.

No hay apenas bibliografía sobre este tema, no hay apenas investigaciones, no hay películas, por tanto, no hay un imaginario. Algunas de las mujeres entrevistadas comentaron cosas tan diversas como: “desde que se murió mi marido, nunca he vuelto a mantener relaciones sexuales con nadie, ni siquiera a masturbarme. Si él no está, no quiero hacerlo con nadie”. “Desde que conseguí dejar a mi marido, después de 24 años aguantando su infidelidad, he descubierto lo que es el buen sexo, he conseguido disfrutar de mi sexualidad ahora, a partir de los 70 años”. “Mi marido y yo seguimos manteniendo encuentros sexuales asiduamente, no tanto como antes, obviamente, pero estamos cómodos con el número de encuentros que tenemos y me siento satisfecha porque nos queremos mucho”. Por tanto, el disfrute o no de la sexualidad, no tiene tanto que ver con la edad, sino con las circunstancias de vida y los aprendizajes a lo largo de los años. 

  • Actitud que presentan ante la masturbación femenina después de muchos años de represión y falsas creencias ante la misma.

Considero la masturbación uno de los mayores tabús dentro de la sexualidad. La palabra “masturbación” tiene connotaciones negativas en nuestra sociedad. El modelo moral de sexualidad dice que es pecado, porque la sexualidad sólo tiene sentido con la reproducción. Obviamente las restricciones son para las mujeres, ya que ellos han podido siempre hablar de masturbación sin tapujos y de manera muy libre. 

De las mujeres con las que yo hablé, sólo dos dicen claramente que se masturban, siempre que les apetece, cuentan que no con la misma intensidad que siendo más jóvenes pero que siguen tendiendo deseo y que se complacen con ello. Viven la masturbación también como un acto saludable, una de ellas cuenta “luego me quedo muy agusto y me viene genial para desestresarme”. El resto de compañeras dicen no hacerlo por no tener interés en ello. Llama aquí la atención que son las personas que se han quedado viudas las que no muestran interés por la masturbación, y sí las más mayores que han tenido malas experiencias conyugales y que actualmente están solteras. 

  • La menopausia. El gran evento sexual de la vejez.

Aquí van aspectos de sus experiencias:

Me ha impactado el testimonio de una de las mujeres que se ha quedado viuda hace ya bastantes años: “yo no he sentido nunca más la necesidad de satisfacer mi apetito sexual, la persona con la que me apetecía compartir las experiencias más íntimas de mi vida ya no está, y por tanto ni siquiera quiero imaginarme en brazos de otro hombre”. Tanto ella como otra de las mujeres aseguran haber experimentado la menopausia en el momento en el que se han quedado viudas.

Me ha llamado salvajemente la atención esta realidad, pero la sexualidad tiene un puente directo con la emocionalidad, y no cabe duda de que han pasado por una de las experiencias más duras de sus vidas en ese momento. 

Otras dos de ellas están operadas de una histerectomía. Con este proceso, «es como si la menopausia viniese de golpe”, dice una, no sigue su proceso natural ya que, al extirpar útero y ovarios, extirpan dos núcleos muy importantes generadores de hormonas femeninas. Esto hace también que la sequedad vaginal aumente. Una de ellas siente menos deseo, pero no tiene ningún problema con ello. La otra persona comenta que algo sí ha bajado el deseo pero que los encuentros sexuales que tiene ahora son más placenteros y comenta que al principio de ello, su marido mostraba su enfado al no querer ella mantener relaciones sexuales tan asiduamente, lo que le generaba mucha falta de confianza y autoestima por no poder satisfacer los deseos de él. 

Queda claro entonces que, según estas experiencias, podemos decir que aunque los cambios físicos influyan, más bien se trata de un plano emocional. La emocionalidad toma un papel muy importante en este aspecto, al igual que en general en todas las vivencias sexuales, ya que nuestro cuerpo se encuentra totalmente conectado con nuestra mente, pensamientos y sensaciones, haciendo que nos apetezca más o menos tener encuentros sexuales y teniendo el poder de hacernos disfrutar más o menos de ello.

Es por ello importante conocerse y escuchar al cuerpo en todos sus cambios. Quizás ahora se sienta menos deseo, pero sin duda muchas hablan de experimentar mayor placer. Entonces, ¿es más importante la cantidad de encuentros, o la calidad? Sin duda, yo me quedaría con la segunda.

En cuanto a este último tema, toca decir que desde la perspectiva patriarcal, ellas “ya no valen”. Ellas ya no valen, porque a lo que el patriarcado da valor es a todo aquello que tiene la capacidad de generar riqueza, sobre todo de una manera rápida y ágil. Desde el capitalismo, ellas ya no son productoras de riqueza, sus úteros ya no están preparados para albergar futuros niños y niñas, ya no producen todo lo que un cuerpo de mujer deseable debería de producir, baja su nivel de estrógenos y ahora sólo hacen que el Estado gaste en ellas, y ese gasto no se vea reembolsado.

Es tan hipócrita, injusto y machista el trato que se les da a nuestras mayores, que ni toda la educación sexual del mundo parece ser suficiente para que esta situación sea revertida. Sus opiniones no son consideradas, se les trata como si fuesen invisibles, como si su vida de verdad ya hubiera pasado, y ahora sólo les toque resignarse a cuidar de sus nietos y nietas, a jugar de vez en cuando a las cartas en el centro de mayores y a esperar a morir. Si ellas no existen para la sociedad, ¿entonces cómo va a existir su sexualidad?

Me resisto a seguir reproduciendo este tipo de trato y creencias. La realidad es que muchas mujeres a partir de una edad cercana a los 45 años comienzan a despojarse de todo lo que les sobra. Es algo que he visto ya en muchas mujeres cercanas y queridas. De repente todo eso que les importaba de su físico, de sus parejas y las emociones, cobra una importancia diferente y todo lo que las oprime o molesta tratan de quitarlo de en medio. Puede que esta nueva etapa que comienza para algunas con la menopausia sirva para hacer limpieza en sus corazones y hacerse más fuertes después de todo lo que han vivido, comenzar a pensar más en ellas y elegir qué es lo que quieren en sus vidas y lo que no.

Para cerrar, encuentro en el libro “Cuerpo de mujer, sabiduría de mujer” (Northrup, 2010), una cita muy inspiradora:

“Me gusta pensar que las mujeres en la mitad de la vida somos peligrosas, peligrosas para cualquier fuerza existente que permita convertirnos en ancianas silenciosas, peligrosas para los ensordecedores efectos de lo convencional y la simpatía encantadora, y peligrosas para cualquier adaptación que hayamos hecho que ahogue o sofoque a quienes somos capaces de ser ahora.”

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Bibliografía

*Este artículo es un fragmento adaptado, parte de un TFM (Trabajo fin de máster), del máster de Sexología y Genero de la Fundación Sexpol. Título: Cómo se vive la sexualidad en las personas mayores. Centrado en vivencias de mujeres. Madrid, 2017. Autoría: Bárbara Penas Rey. Para acceder a su consulta completa, puedes escribir a la autora para que te lo envíe en: barbarapenasrey@gmail.com 

Sánchez, F.L. (2007). Sexo y afecto en personas con discapacidad. Madrid: Biblioteca Nueva

Northrup, C. (2010). Cuerpo de mujer, Sabiduría de mujer. Barcelona: Urano. 

Clara González Mora, Ana Márquez Cortés, Rosario Mora Rodríguez y Roberto Sanz Martín. (2017). Monitor/a en educación sexual. Madrid: Fundación Sexpol. 

Ilustración de cabecera extraída de la película «La vida empieza hoy» con Pilar Bardem.

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