QUE LA REGLA DUELA, ¿NO ES NORMAL?

Si estás aquí, puede que últimamente hayas leído frases como “que te duela la regla no es normal”, “si te duele la menstruación, es que algo pasa/algo va mal” o “una menstruación sana no debería doler”. Cada vez son más las personas y organizaciones que hacen este tipo de afirmaciones, aunque después de la frase demoledora expliquen poco o nada sobre cómo han llegado a tal conclusión.

Si eres una de las muchas mujeres a las que la menstruación provoca dolores, habrás leído este tipo de publicaciones con preocupación y te estarás preguntando, con razón, si es que todas las ginecólogas que te han visto hasta ahora y te han dicho que estás sana, han pasado por alto algo tan obvio y que tienen tan claro algunas activistas menstruales. Te preguntarás si tu dolor no estará enmascarando una enfermedad. 

En Cromosomos X somos varias a las que la menstruación nos provoca dolores y este es un tema que nos preocupa y genera mucho debate interno. Teníamos la sensación de que una de las claves del embrollo es el uso, abuso y retorcimiento que se está haciendo de la palabra “normal”. Decir que el dolor “es habitual pero no es normal” nos parece algo muy serio porque da a entender que si sentimos dolor durante la menstruación es porque nuestro cuerpo no está funcionando adecuadamente, no estamos sanas, y por tanto, hay una patología que deberíamos tratar. La frase “el dolor menstrual no es normal” causa mucha alarma. Es más, desautoriza a las médicas que han hecho nuestras revisiones ginecológicas.

Sin embargo, la mayoría de discursos sobre la no-normalidad del dolor menstrual no explican el proceso fisiológico de la menstruación con detalle: cómo se produce la menstruación y cómo puede afectar este proceso a nuestra sensación de dolor. 

Queríamos saber realmente si es normal o no que a algunas personas la menstruación les provoque dolor. Así que contactamos con la médica Teresa García López de Asiaín para que investigara sobre esta cuestión. A continuación, lo que ella puede contarnos sobre el tema. Esperamos que os despeje algunas dudas y ayude a deshacer los malentendidos que se han generado últimamente.

* * *

Hablemos de normalidad

En términos médicos, podemos definir la normalidad como aquel sistema en el cual  no existe patología de base según criterios biológicos. Cuando los estudios realizados no dan información de que algo vaya mal y la fisiología del propio cuerpo explica, por sí misma, los cambios que en él se producen. La anormalidad depende de la implicación de un proceso que lleva a la enfermedad [1].

¿Qué es la dismenorrea?

Hay muchas maneras de referirnos a ese temido “dolor de regla”. Podemos hablar de dolor cíclico (que cambia con cada ciclo menstrual), dolor pélvico cíclico crónico, periodos menstruales dolorosos… Nosotras hablaremos de dismenorrea [2].

La dismenorrea es un dolor tipo cólico (punzante, intermitente, dependiente de tejido muscular como es el útero), en la zona baja del abdomen que comienza entre 4 y 12 horas antes del inicio de la menstruación y va disminuyendo pasadas 12-72 horas. También puede tratarse de un dolor profundo y continuo durante toda la menstruación. LA dismenorrea puede acompañarse de otros síntomas como dolor de cabeza, náuseas, vómitos, diarrea o malestar general.

Entre un 16 a un 91% de las adolescentes presentan (según las series), en todos o alguno de sus ciclos, episodios de dismenorrea [3].

Tipos de dismenorrea

Antes de seguir, vamos a clasificar la dismenorrea, como hace la literatura, en función de su origen:

  • DISMENORREA PRIMARIA: En este caso, no existen anomalías o enfermedades a nivel pélvico  que expliquen el dolor. No hay enfermedad, el cuerpo de la persona está sano. Podemos llamarla dismenorrea primaria, esencial o funcional. Se trata del dolor “típico” o “clásico” durante la menstruación.
  • DISMENORREA SECUNDARIA: El dolor se asocia a una enfermedad, generalmente del aparato genital, que altera el funcionamiento hormonal o anatómico del ciclo menstrual y ovárico en algunas mujeres. En el 10% de las mujeres, el dolor pélvico relacionado con la menstruación se trata de dismenorrea secundaria. Podemos llamarlo también dolor estructural u orgánico. Normalmente ocurre en mujeres de más de 30 años de edad.

Dismenorrea primaria

En este artículo nos dedicaremos a hablar de la dismenorrea primaria o funcional. La dismenorrea primaria suele iniciarse tres años después de la primera regla y tiene su pico de incidencia máximo en mujeres de 20 años [5] [6]. La dismenorrea primaria, en muchas ocasiones, depende del proceso de ajuste hormonal.  La prevalencia disminuye cuando se establecen los ciclos menstruales regulares, tras el embarazo o con el empleo de anticonceptivos hormonales.  Tras el parto, aumenta el orificio de salida del flujo por lo que, la presión necesaria para la salida de éste es menor, disminuyendo así el dolor asociado con este proceso.  

En el 2-28% de los casos se trata de dolor severo [3]. Sin embargo, se considera que solo entre un 15-20% de las mujeres con dolor menstrual acuden a consulta [5].

Por desgracia, nuestro cuerpo no es una ciencia exacta; la medicina tampoco. Hay cuestiones de nuestro organismo que tardan en entenderse y enfermedades que “dan la cara” tras estudios previamente normales. Todas conocemos a alguien que después de visitar a varios médicos y de mucho tiempo de dolor, es diagnosticada de algo que nadie antes vio [1] [2].

Mi cuerpo es diferente a cualquier otro, es el mío. No debemos olvidar ésto cuando hablamos en términos generales pues no todo organismo se comporta igual. No todas percibimos las mismas sensaciones, no todas tenemos la misma manera de definir lo que nos pasa… ésto cambia la perspectiva de las globalidades. 

Yo no soy una globalidad, pero puedo utilizarla para entenderme, conocerme y emplear las herramientas de las que dispongo para cuidarme a mí, en mi individualidad. Debo conocer mis patrones de dolor al igual que conozco mis patrones de sangrado, el por qué me duele como me duele y si ese “por qué” puede solucionarse.

La menstruación

Entender el proceso de la menstruación es fundamental para conocer nuestros cuerpos y las posibles causas de dolor. El proceso menstrual comienza durante la primera parte del ciclo endometrial: en este momento, los estrógenos aumentan el llamado endotelio endometrial, creando una red de vasos y glándulas en la superficie del tejido uterino que preparan el endometrio para la llegada del óvulo fecundado. Tras la ovulación, la progesterona colabora con el estrógeno para el mantenimiento de la capa endometrial, la secreción de las glándulas y la vascularización del tejido

Si el óvulo no es fecundado, la secreción hormonal disminuye drásticamente. La progesterona y los estrógenos, que estaban nutriendo el endometrio, caen a niveles muy bajos y esta reducción hormonal produce la menstruación. 

Durante la menstruación, el endometrio involuciona. Los vasos que se habían formado se cierran (vasoespasmo) por medio de las prostaglandinas y se reduce la vascularización del tejido, que se necrosa. Se forman áreas hemorrágicas y de descamación que se pierden con la menstruación. 

Las prostaglandinas y leucotrienos, así como la vasopresina que provoca el vasoespasmo, también producen contracciones del músculo uterino o miometrio. Estas contracciones aumentan la presión [1] para detener el sangrado y ayudan a la salida del tejido descamativo, la sangre y el líquido seroso.

Factores que pueden contribuir a la sensación de dolor

Dentro de este proceso hay varios factores que pueden contribuir a la sensación dolorosa que produce la menstruación en condiciones fisiológicas, el dolor “típico” de regla. Conociendo estos mecanismos, podemos entender de qué tipo de dolor se trata y a qué otros procesos de nuestro cuerpo puede asemejarse. Es evidente que todos los mecanismos de nuestro cuerpo no son iguales, por muy “fisiológicos” que sean. Cada órgano funciona de una manera distinta y hay que hablar de ellos adecuándose a sus procesos [2]. 

La hiperactividad contráctil del miometrio y la disminución del flujo sanguíneo, que desencadena la necrosis del tejido, estimulan nervios periféricos localizados en la zona pélvica. Esto induce la hipersensibilidad de las terminaciones nerviosas de esta región pudiendo provocar dolor. La misma sensación dolorosa puede irradiarse a la zona lumbar o a las piernas por la localización cercana de estos nervios. 

Además, el paso de las prostaglandinas a la circulación sistémica explica los síntomas neurovegetativos que acompañan al dolor como son el mareo, la sudoración o la hipotensión.

Resuelta la cuestión fisiológica, quizás lo que debemos plantearnos es: ¿Qué tenga explicación quiere decir que tengo que soportar el dolor? ¿Qué hago si el dolor me dificulta mi día a día?

¿Cuándo debo consultar?

Como hemos dicho, cada quien tiene una manera de percibir el dolor, cada cuerpo se comporta de un modo distinto, y una debe buscar lo que “funciona” mejor para ella. Por supuesto, no debemos olvidar que, ante el dolor importante, que me dificulta el día a día, que no soy capaz de aliviar… lo primero que debemos hacer es consultar con un médico especialista que pueda orientarnos hacia el origen del mismo, descartar que exista patología (dismenorrea secundaria) [1] [2] y ayudarnos a aliviarlo. 

No podemos establecer unas reglas obligatorias de cuándo visitar al médico, pero es necesario saber reconocer ciertos “signos de alarma” por los que debemos consultar a un especialista que pueda hacernos un estudio completo [6].

  • Si el dolor empezó antes de la primera regla.
  • Ante un dolor de reciente aparición, nuevo para ti.
  • Si tu dolor ha cambiado, tiene mayor intensidad o no mejora con lo que otras veces mejoraba.
  • Si el dolor se acompaña de secreciones anómalas, fiebre u otros signos de infección.

¿Cómo puedo manejar mi dolor?

Una vez que entendemos qué está pasando en nuestro cuerpo durante la menstruación y no existen signos de alarma, podemos buscar soluciones para manejar de la mejor manera el dolor que sentimos.

La primera medida a tener en cuenta para controlar el dolor es la mejora de los hábitos de vida [5]. Es importante incorporar unos hábitos saludables básicos [1] [2] [3] [4] como un descanso adecuado, practicar ejercicio regularmente y una nutrición saludable [5] [6]. Algunas recomendaciones que os podemos dar son las siguientes:

  • El abandono del tabaco y del consumo de alcohol son esenciales para el control del dolor ya que ambos generan sustancias que aumentan los efectos vasoconstrictores de las prostaglandinas, contribuyendo a la aparición del dolor.
  • La realización de deporte ayuda a disminuir la dismenorrea y a regular los ciclos [6].
  • Una dieta saludable es recomendable para toda mujer (con o sin dolor menstrual). Además, algunos estudios apoyan el refuerzo dietético con ácidos insaturados como el omega-3 que disminuye la cantidad de prostaglandinas secretadas durante la menstruación [7]. También el suplemento dietético con magnesio o vitaminas como B1, B6 y E, en algunos casos, puede mejorar la dismenorrea.  La pérdida de peso en los casos necesarios es importante para disminuir la estimulación estrogénica, en algunos casos causante del desajuste hormonal. 
  • El yoga y la acupuntura son técnicas milenarias que se consideran de ayuda para el control del dolor menstrual [2] [6] [8]. 

Es importante saber que los hábitos de vida pueden ayudarnos a mejorar nuestros ciclos y a disminuir el dolor menstrual pero, en la mayoría de los casos, son complementarios a otras medidas y deben ser realizados con regularidad durante todos los días del ciclo.

Para manejar el dolor de forma “inmediata” es de utilidad el uso de medicamentos que inhiben las prostaglandinas que ya sabemos que intervienen en los mecanismos de la dismenorrea. Los llamados antiinflamatorios no esteroideos (AINES) como el ibuprofeno o el naproxeno reducen el dolor menstrual disminuyendo también el sangrado en un 70-90% de los casos [2] [6] [9]. La efectividad de estos medicamentos dependen del momento de la administración por lo que es recomendable hacerlo antes de la instauración del dolor agudo [5]. Hay que tener en cuenta que estos tratamientos pueden tomarse siempre y cuando no existan contraindicaciones y consultando con un médico si fuera necesario.

La aplicación de calor local también puede ser de ayuda en los momentos de dolor agudo [2].

En algunos casos, se puede considerar el tratamiento hormonal para el control del dolor. Teniendo en cuenta sus ventajas y riesgos, los tratamientos hormonales siempre  deben ser recomendados, pautados y controlados por un especialista [6].

Conocer y manejar nuestro dolor es importante. Poder hacer vida normal durante la menstruación es esencial para cualquier mujer. No debemos menospreciar el dolor y la influencia que éste tiene en nuestro día a día y en nuestra actividad, tanto social como laboral y personal. Si el dolor es de difícil manejo, nos preocupa o nos impide seguir con nuestra cotidianeidad, no debemos dejar de consultar a un especialista que pueda valorarnos y ayudarnos. 

Conoce tu cuerpo, conoce tus ciclos y cuídate.

* * *

Desde Cromosomos X esperamos que este artículo sea para vosotras, queridas lectoras, tan útil como lo ha sido para nosotras. Por resumir: el dolor durante la menstruación puede ser normal y darse en cuerpos sanos. Aún así, esto no implica que debamos prescindir de las revisiones ginecológicas que consideremos necesarias. Nunca diremos lo contrario.

Después de toda esta investigación, sentimos la obligación de romper una lanza a favor de la información rigurosa y contrastada. Hemos comprobado en nuestras carnes (en nuestros úteros, más concretamente) lo importante que es para nuestra tranquilidad y lo peligroso que puede ser desconfiar de la medicina cuando no hay por qué hacerlo.

Si bien es cierto que parte de esta desconfianza se fundamenta en cómo ha sido tratada nuestra menstruación en una medicina patriarcal que daba la espalda al cuerpo femenino y sus procesos, es importante evitar que hoy en día, médicas que hacen bien su trabajo, paguen estos platos rotos. Por justicia con ellas y por nuestra seguridad.

Somos conscientes del privilegio que supone tener acceso a una sanidad de calidad. Esto hace que muchas de nosotras consultemos otras fuentes para poder entendernos mejor y también cuidarnos. La información es poder y cuanta más, mejor. Pero, ojo, es fundamental que todos los artículos que hablan sobre nuestros procesos, al margen de la ideología, sean fruto de una profunda investigación. Que el ciclo menstrual sea un tabú dificulta el acceso a información y hace doblemente importante que la que tengamos sea rigurosa, fundamentada y veraz.

Tenemos el derecho de exigir un alto estándar médico que mire nuestros cuerpos con la atención y el cuidado que se merecen. El acceso, ese que también deberíamos tener todas, es otro asunto, el más dramático y no cabe en dos líneas. Volveremos sobre esto en otro artículo.

Este artículo ha sido escrito siguiendo las directrices de la Guía para escritoras de Cromosomos X, un sistema de verificación informativa que hemos diseñado para poder asegurarte que la información que encontrarás en este portal, ha sido correctamente recabada, contrastada y referenciada.. En cuanto al artículo que acabas de leer, al tratarse de un artículo informativo de corte científico y sanitario que entra en una polémica que genera desacuerdo en la comunidad científica, en nuestro “semáforo de riesgo de veracidad” ha sido categorizado como rojo. Toda la información ha sido contrastada, referenciada y validada por tres científicas independientes y sin relación con la escritora (una doctora en bioquímica, una ginecóloga y un médico de medicina general). Además, la escritora de este artículo está titulada en medicina. 

BIBLIOGRAFÍA:

1. Moreno Altamirano Laura. Manual de epidemiología clínica. Ed 3 Mc Graw-Hill Medical, 2013. Capítulo 10: Noción de normalidad en Medicina: usos y limitaciones, p: 140-153

2. Harrison T.R. Principios de Medicina Interna. Ed 18. Volumen I, parte 2, sección 8, capítulo 50: Trastornos menstruales y dolor pélvico, p: 387-388

3. Ju Hong, Jones Mark and Mishra Gita. The prevalence and risk factors of dysmenorrhea. Epidemiologic Reviews by Oxford University Press. September 2013. Vol:14, p:104-113

4. Bonilla-Musoles Pellicer. Obstetricia y ginecología. Para el grado de medicina. Ed: Médica Panamericana. Parte II, capítulo 25: Otras afecciones ginecológicas, p: 268-270

5. Protocolos SEGO. Dismenorrea en la adolescencia. Actualización febrero 2013

6. Guyton Arthur and Hall John. Tratado de fisiología médica. Ed 10. Unidad XIV, capítulo 81: Fisiología femenina antes de la gestación y hormonas femeninas, p: 1117-1133

7. Bajalan Zahra, Alimoradi Zainab and Moafi Farnoosh. Nutrition as a potential factor of primary dysmenorrhea: A systematic Review of observational studies. Gynecologic and Obstetric Investigation. Enero 2019. Vol: 84, p:209-224

8. Shetty Geetha B, Shetty Balakrishna and a. Mooventhan. Efficacy of Acupuncture in the Management of primary dysmenorrhea: a randomized controlled trial. Journal of acupunture and meridian Studies. 2018. Vol 11, p: 153-158

9. Marjoribanks J, Ayeleke RO, Farquar C et al. Nonsteroidal anti-inflammatory drugs for dysmenorrhea (Review). Cochrane Library. 2015. P: 1-29

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