HABLEMOS DE PRIVILEGIOS

Hace casi un año empezamos este proyecto con la idea de crear un espacio amplio de cuidado entre nosotras, con la idea de cuestionarnos los porqués de tantas creencias arraigadas en nuestro pensamiento y que limitan nuestra propia experiencia vital. Además, teníamos otro objetivo: llamar la atención sobre los privilegios y las desigualdades sociales que ocurren en nuestro mundo en este mismo momento. Es cierto que hay muchos tipos de privilegios. Ser mujer en una sociedad patriarcal, por ejemplo, es lo contrario a un privilegio. Pero se puede, y debe, hilar un poco más fino. Porque como ya comentamos en el artículo anterior la realidad se agrava si, además, eres mujer y estás en situación de pobreza. 

Entiendo como privilegio aquellas condiciones con las que nacemos o que nos son dadas, que no dependen de nosotras y que nos benefician de alguna forma: nacer con un color de piel u otro, nacer en un país u otro, tener acceso a sanidad pública o no, etc. Lo ideal, desde mi punto de vista, sería que el lugar de nacimiento no condicionara tan radicalmente la vida de las personas, pero la realidad no es así. El lugar de nacimiento es una lotería a la que todas jugamos en su momento y su resultado puede verse nítidamente reflejado en nuestras condiciones de vida, incluso 25 años más tarde como es mi caso. Si hoy, un domingo cualquiera por la mañana, tengo tiempo y recursos para escribir este artículo es, en gran parte, por la extensa lista de privilegios de los que disfruto. Si cuando tengo mi menstruación puedo usar una copa menstrual, un baño con agua corriente y papel higiénico para lavarme la sangre y no tengo que quedarme en casa es, en gran parte, porque en esa lotería de la que hablaba a mí me tocó nacer en una comunidad con acceso a servicios básicos y recursos para gestionar mi menstruación libremente. Es obvio que aquella niña que cuando tiene su menstruación no puede ir al colegio porque no tiene agua corriente ni productos menstruales eficaces, no ha hecho nada mejor ni peor que yo. Simplemente ha nacido en otro lugar del mundo donde, tal vez, la educación de las niñas no pueda o no quiera ser un asunto prioritario. 

Y no solo me parece injusta la situación de partida sino también las normas del juego. Siento que nuestra sociedad capitalista funciona de forma muy parecida a un conocido juego de cartas en España: es un juego de varias rondas en el que, en cada partida, la persona que perdió la partida anterior le tiene que dar sus mejores cartas a la persona que ganó la partida anterior; y la persona que ganó la partida anterior le da sus peores cartas a la persona que perdió la partida anterior. En conclusión: una vez que ganas la primera partida es cada vez más fácil ganar la siguiente y una vez que pierdes la primera partida es cada vez más fácil perder la siguiente

Llegadas a este punto, me parece interesante, primero, reconocer cuáles son los privilegios que cada una tenemos y, segundo, ver qué hacemos con ellos. Darnos cuenta de nuestros privilegios puede ser un proceso difícil y doloroso y por eso, a veces, hacemos oídos sordos. Sin embargo, me parece una tarea urgente con la cual ponernos manos a la obra cuanto antes. Hay muchas cosas que podemos hacer con nuestros privilegios, una de ella sería ponerlos al servicio de la justicia social y utilizarlos para reducir la desigualdad que vemos a nuestro alrededor. Esto en la teoría suena genial, pero ¿cómo se traduce en acciones concretas que yo pueda poner en práctica? Pues bien, creo que la respuesta a esta pregunta solo puede ser dada por cada una de nosotras. No creo que pueda dar consejos ni fórmulas a seguir, pero sí creo que una reflexión profunda, lecturas alternativas y conversaciones con personas que salen de nuestro círculo habitual pueden ser un buen punto de partida. 

También me parece importante recordarnos que nosotras y nuestras circunstancias no somos la “normalidad” y que el resto de personas que viven en contextos empobrecidos no son “las otras”. Mantener esta perspectiva no es fácil ya que, por ejemplo, en cuanto a representatividad femenina se refiere, la mayoría de los medios de comunicación, la literatura, el cine y otras expresiones artísticas transmiten una narrativa en la que la mujer blanca ocupa el lugar central y el resto de experiencias parecen periféricas. Claro que hay muchísimo contenido disponible sobre otras realidades, pero conocerlo requiere un poco más de tiempo y ganas de buscar. 

Desde aquí me gustaría invitar a que cada una se proponga aquellos cambios que tengan más sentido a partir del lugar sobre el que camina.  Además, aquí va un recopilatorio de pequeñas acciones que algunas amigas y amigos han puesto en práctica como consecuencia de darse cuenta de algunos de sus privilegios. Espero que sirva de inspiración.

1. Comprar alimentos ecológicos y de proximidad, contribuyendo económicamente al sustento de los cultivos que cuidan el medio ambiente y a las cadenas de suministro con menor huella de carbono

2. Comprar alimentos como café o tortillas de maíz a vendedores y vendedoras artesanales con el fin de promover la economía familiar y la redistribución de la riqueza

3. Participar como voluntaria en un programa de acompañamiento a personas sin hogar que viven en la calle, dedicando tiempo a escuchar y mirar a las personas que han sido excluidas del sistema social

4. Participar como voluntaria en un programa de educación ambiental para niños que están en campamentos urbanos durante el verano, transmitiendo los conocimientos que han sido adquiridos a través de cursos y talleres

5. Participar como voluntaria en la despensa solidaria del barrio, ayudando a las familias que necesitan apoyo para cubrir sus necesidades alimenticias

6. Prestar amorosamente una cantidad significativa de dinero a amigas o amigos que lo necesiten

7. Trabajar en una organización dedicada a reducir las desigualdades sociales, por ejemplo, facilitando el acceso a servicios básicos en zonas rurales o impulsando iniciativas de turismo de base comunitaria

8. Ayudar a inmigrantes que no hablan inglés durante los trámites administrativos en las fronteras de entrada a los países

9. Callarse en grupos mixtos para favorecer que el turno de palabra sea ocupado por mujeres

10. Acercarse a escuchar profunda y abiertamente a mujeres y personas LGTB+ para entender sus causas, bajando el volumen a los prejuicios

11. Participar en grupos de autofinanciación alternativos y feministas

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Un comentario sobre “HABLEMOS DE PRIVILEGIOS

  1. El juego que mencionas se llama «el capitalista» y efectivamente, es una metáfora ideal para trabajar con grupos. He jugado muchos años de pequeña y no me di cuenta de lo que suponía. Los de en medio se les llama «pueblo» y a los de abajo Culo y viceculo. Es dramático como perpetua estereotipos y lo útil que puede ser para hablar de eso con los grupos adolescentes que dinamizo. Gracias, muchas gracias por el artículo y por esa asociación de ideas.

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