UNA INVITACIÓN A VOLVER A NOSOTRAS MISMAS

Entrevistamos a Pabla Pérez San Martín, fundadora del proyecto Ginecosofía

Nos encontramos en una cafetería céntrica de Madrid, en el barrio de Lavapiés. Esos días, Pabla Pérez San Martín, fundadora del proyecto Ginecosofía, visitaba la ciudad para dar a conocer su libro “Manual Introductorio a la Ginecología Natural”. Un imprescindible que todas deberíamos leer para recuperar el poder sobre nuestro cuerpo, reconciliarnos con sus procesos y arraigar un amor irreversible por nuestra esencia: libre, cósmica y natural.

Tuvimos la suerte, la gran suerte, de sentarnos con ella para una entrevista que acabó siendo un diálogo distendido y beligerante, como la vida tantas veces. Nuestros puntos de vista convergían en un punto y señalaban una dirección: la necesidad de una liberación global y multiforme. Comprobamos empíricamente, que es como mejor se comprueban las cosas, que el más poderoso es el saber que brota de estas conversaciones, de poner en común experiencias, pareceres, dudas y convicciones. De nuevo, un círculo de mujeres reivindicando naturalmente su fuerza y su poder.

Ojalá os guste esto que estáis a punto de leer tanto como a nosotras, y ojalá os haga tanto bien. Imaginad que cogéis una silla del Café Barbieri y os sentáis en torno a la mesa de la esquina, donde esas mujeres hablan, con la alegría con la que se habla un sábado por la mañana y con el brillo en los ojos de quien habla con la convicción de que puede cambiar el mundo.

¿Cómo surge la iniciativa de Ginecosofía?

Ginecosofía es un neologismo que inventamos para darle amplitud al concepto de Ginecología Natural. Todo el mundo asocia el proyecto a lo ginecológico; sin embargo, es un proyecto más integral en torno a la salud. La ginecología fue creada como una especialidad médica, es la ciencia de la mujer según la medicina patriarcal y Ginecosofía es nuestra propuesta para recuperar la sabiduría de la mujer. El proyecto es el resultado de una gran búsqueda, desde los feminismos y los saberes de nuestros cuerpos: la autogestión de la salud, la autoexploración, las prácticas ancestrales, los remedios naturales y las construcciones que hay detrás de nuestra relación con el placer o el pudor. Queríamos aprender y compartir nuestros propios saberes en torno a la salud, porque muchos se han perdido. Vivimos bajo un modelo que medicaliza nuestras vidas y que ocasiona muchas vulneraciones y desigualdades.

Queríamos aprender y compartir nuestros propios saberes en torno a la salud, porque muchos se han perdido.

En 2009, publicamos la primera versión del “Manual introductorio a la Ginecología Natural”, que se creó con la intención de ser apenas un panfleto que denunciaba la violencia ginecobstétrica. Muchas mujeres han sufrido vulneraciones en la atención médica y no sólo en manos de varones. Hay poca información sobre el tema, incluso para que las propias médicas y médicos se den cuenta de sus abusivas prácticas, tan normalizadas. 

Ginecosofía nace de esta primera publicación fanzine –médula espinal del proyecto–, que se fue construyendo a partir de la necesidad y la búsqueda de muchas mujeres a mi alrededor, que me decían «¿Qué hacemos? ¿Cuál es la salida?».

Viajando por Latinoamérica descubrí que se seguía llevando a cabo la autogestión de la salud, gracias al mantenimiento de prácticas milenarias. Y tuve la posibilidad de acercarme a muchos conocimientos ginecológicos ancestrales: prácticas tradicionales con hierbas, friegas, masajes y rituales… En diversas comunidades de Latinoamérica, por donde he viajado, las criaturas nacen con la ayuda de parteras empíricas, que no tienen estudios académicos pero que están llenas de saberes y herramientas para acompañar esos procesos, no sólo en relación con la gestación o el parto, sino también con la salud de todo el grupo familiar. En Haití, las parteras cortan el cordón umbilical con fuego porque no tienen un bisturí, por ejemplo, y aun así, con muy pocos recursos, salvan vidas a diario, echando mano a saberes transmitidos por generaciones. 

Muchas mujeres han sufrido vulneraciones en la atención médica y no sólo en manos de varones.

En la medicina hegemónica (alópata), los procesos vitales de la mujer se han patologizado. Empezando por la menarquia, que se entiende como una situación que hay que “regularizar” a temprana edad con píldoras anticonceptivas. A partir de entonces, vamos pasando de patología en patología hasta la menopausia. Hay una solución médica para cada uno de nuestros procesos o alteraciones comunes y esa solución suele tener que ver con anular nuestras hormonas naturales.

¿Cómo ha tratado la medicina el cuerpo de la mujer?

En Latinoamérica, la tradición de curanderas y parteras sigue vigente hasta el día de hoy, aunque de a poco se ha ido disminuyendo la práctica dado que muchas veces son criminalizadas por la medicina hegemónica. En muchos lugares no se les permite ejercer sus oficios porque se dice que no son higiénicos o seguros. Y yo me pregunto de dónde viene esa voz que dice qué es lo correcto, qué es lo seguro y qué es lo mejor para las mujeres, sus cuerpos y realidades… En mi opinión, las comunidades tienen su propia historia, su modo de producir los alimentos, sus viviendas, su propia cosmovisión y forma de vivir. Sin embargo, con la globalización parece que estas prácticas milenarias dejan de ser seguras para el ojo colonialista y progresista. El positivismo científico invalida otras formas de sanación en las que comúnmente el vínculo con la Madre Tierra es el eje de todo, tratando a la Tierra como a nuestros cuerpos: como un espacio que se puede intervenir, manipular, colonizar e invadir…

Y yo me pregunto de dónde viene esa voz que dice qué es lo correcto, qué es lo seguro y qué es lo mejor para las mujeres, sus cuerpos y realidades…

El positivismo científico invalida otras formas de sanación en las que comúnmente el vínculo con la Madre Tierra es el eje de todo, tratando a la Tierra como a nuestros cuerpos: como un espacio que se puede intervenir, manipular, colonizar e invadir…

En tu libro hablas de la medicina individualista, que se rige por los estándares de mercado y que genera más desigualdad. Cuéntanos un poco más.

En Latinoamérica –en países como Chile, con un modelo económico neoliberal–, la salud no es un bien público, sino privado. La salud pública es un pésimo servicio. Entonces, tu opción más “segura” es ir a una consulta privada en la que tienes que pagar. Quien paga, tiene mejores posibilidades y, por ende, calidad de vida… El modelo individualista se basa en que una única persona (el médico o la médica) tiene el poder y la información. Por esto, no les interesa que te vuelvas un ser autónomo en cuanto a tu sanación sino que dependas de su conocimiento y servicio, hacerte dependiente de sus prescripciones y medicamentos. En ningún momento se te explica bien cada proceso o se considera tu experiencia como parte importante para llevar a cabo tu curación. Todo lo contrario. Y nuestra búsqueda como proyecto apunta a construir otros modelos, en los que se genere autonomía en los procesos de salud/bienestar.

En Latinoamérica –en países como Chile, con un modelo económico neoliberal–, la salud no es un bien público, sino privado.

El año pasado comencé estudios de medicina ayurveda y aprendí que los médicos tradicionales del sur de la India se desplazan a los hogares y consultan a toda la familia para comprender qué le sucede a la paciente (o más bien “haciente” porque es ella quien se hará cargo de su sanación). Es otra lógica. Cuando nosotras nos reunimos para charlar sobre lo que nos pasa, vamos generando conocimiento e información fundamental para entender nuestra salud y la de nuestro entorno.

Ahora estoy investigando y conociendo otros modelos de cuidar la salud, como los que tienen las comunidades zapatistas (autónomas al Estado de México) con sus propias clínicas familiares, sus parteras y promotoras de salud. Hay zonas que tienen condiciones más complejas en cuanto al acceso a la salud. El aislamiento es una constante, también la cosmovisión espiritual, los conflictos territoriales o el estado de guerra. Estos lugares generan sus propias dinámicas de salud, de acuerdo a su contexto, con casas de atención y clínicas comunitarias.  En el reciente estallido social del 18 de octubre de 2019 en Chile, se autoconvocaron personas que trabajan en salud y salieron a las calles como verdaderas cuadrillas en estado de guerra a recuperar heridxs. Un colectivo hasta se instaló con carpas en una calle del centro de la capital para recuperar a lxs afectadxs. Me refiero a estos espacios disidentes en donde prevalece el cuidado común y autogestivo. En zonas indígenas es frecuente que las personas prefieran acudir a la casa de la autoridad espiritual y sanadora que a un hospital. En esos espacios se generan otras formas de consulta y atención, individuales o grupales, donde todas aprenden del padecimiento, la recuperación y los relatos de las otras, como modo de aprender de los proceso de salud/enfermedad.

Una buena forma de iniciarse en el conocimiento de la propia salud es a través de la menstruación, con el uso de la copa menstrual.

Me gustaría hacer una invitación general a quitarle poder a este sistema médico individualista, basado en lógicas de mercado, y animarnos a registrar información sobre nuestro cuerpo y sus procesos, a entendernos. En el caso de los cuerpos menstruantes, una buena forma de iniciarse en el conocimiento de la propia salud es a través de la menstruación, con el uso de la copa menstrual, por ejemplo. A mí me permitió entender que ese fluido estaba lleno de pistas, “esa sangre era yo”, podía recogerla y examinar cómo estaba mi salud a través de ella: podía evaluar mi alimentación, el nivel de hidratación, el estrés, el exceso de fuego en mis alimentos o emociones, de químicos en mi cuerpo, etc. Claro que no con la exactitud que pretende y obtiene la ciencia, pero puedes recibir de tu sangre, por ejemplo, pistas para reconocer un desequilibrio, y luego acercarte a la medicina alópata y/o a distintos saberes para investigar más, sabiendo qué preguntar, qué te inquieta, qué observaste, qué cambió con respecto a ti misma y no con respecto a un estándar de «normalidad». 

Cuando nosotras nos reunimos para charlar sobre lo que nos pasa, vamos generando conocimiento e información fundamental para entender nuestra salud y la de nuestro entorno.

Autoconocimiento: no quitarle el poder a la medicina sino ganarlo tú

Es muy distinto asistir informada a una consulta médica que ir absolutamente perdida. Si no sabemos mucho del tema por el que vamos a consultar, al menos deberíamos hacer las preguntas más provechosas teniendo una mínima información como base: ovulé tal día, mi sangrado fue rojo brillante, oscuro, espeso, con coágulos, con mucosidad, seco, siento esto en tal lugar de mi cuerpo, o me sucede aquello cuando consumo cierto alimento, etc… ¿Cómo le preguntas a alguien qué te está pasando si no te conoces tú misma? Tenemos que aprender de las señales que entrega nuestro cuerpo, escucharlo, sentirlo, mimarlo, reconocer sus cambios estacionales, lo que pide, cómo reacciona a ciertos alimentos, emociones y hábitos.

Tenemos que aprender de las señales que entrega nuestro cuerpo.

La invitación no es tanto a quitarles poder a los y las médicas, sino a apropiarnos de la parte que nos corresponde. Está claro que esto es un trabajo que lleva tiempo y, sobre todo, ganas. Posiblemente muchas no tengamos el tiempo y la energía de entender qué nos está pasando, de revisarnos, de tener un acercamiento a nosotras mismas. 

Si pudiéramos revisarnos periódicamente, podríamos entender mejor qué nos sucede, tratar a tiempo, incluso prevenir ciertas enfermedades. Está comprobado que los autoexámenes de mama cada cierto tiempo son positivos. Bueno, lo mismo con el autoexamen de la vulva, la vagina, el cérvix, los fluidos corporales, etc.

También a los y las adolescentes les falta información y motivación para el autoconocimiento. Se ríen y se avergüenzan porque nunca se les ha hablado de sus genitales con normalidad y cariño. Las niñas tienen su primera menstruación y las llevan al médico, como si estuviesen enfermas. Los adultos no se hacen cargo de enseñar con naturalidad y cuidado sobre estas etapas de cambios. Si fuésemos capaces de enseñarles: este es tu ano, esa es tu vagina, tus labios, tu flujo… es tu cuerpo, trátalo con amor, respeto y aprende a poner límites… Si fuésemos capaces, acabaríamos con muchos tabúes, y ayudaríamos a prevenir y denunciar a tiempo los abusos infantiles, por ejemplo.

La sociedad relaciona directamente el ciclo menstrual y la sexualidad femenina con la gestación. ¿Qué pasa con las demás dimensiones?

Es el pensamiento clásico. Si una accede a educación sexual en una escuela, le hablarán de reproducción o infecciones de transmisión sexual (ITS). O bien te embarazas o bien te da una “terrorífica” ITS. ¿Qué pasa con el placer y el autoconocimiento? Nadie te explica que la ovulación es muy beneficiosa para tu salud. Por el contrario, se le combate como si fuese “negativa”. Y, pues, la ovulación es necesaria para muchos procesos vitales en tu vida como menstruar, por ejemplo (pero bueno, eso también está patologizado). A la mínima posibilidad, te recomiendan ir a la consulta médica para que te receten la píldora y así dejes de ovular. Pero ¿qué le pasa al cuerpo al no ovular? ¿Qué pasa con esa mucosa que te protege de un montón de patógenos externos y que ya no está? ¿Qué pasa con el endometrio? ¿Y con tu libido sexual, que disminuye? ¿Y con la anulación de la progesterona, que es una hormona de la armonía? ¿Quién habla de las enfermedades autoinmunes provocadas por los anticonceptivos hormonales? Esto no te lo explican, aunque algunas contraindicaciones aparecen en los prospectos de los medicamentos, usualmente muy difíciles de leer para una usuaria no especialista. 

A la mínima posibilidad, te recomiendan ir a la consulta médica para que te receten la píldora y así dejes de ovular. Pero ¿qué le pasa al cuerpo al no ovular?

Las hormonas son un mundo por explorar, que se nos está limitando con el consumo de una píldora que las inhibe. Parece contradictorio lo que pasa con su función anticonceptiva. Hace 60 años, la píldora fue necesaria para la liberación de las mujeres, que por fin podían decidir dejar de gestar hijxs en masa. Sin embargo, ha pasado el tiempo y ya estamos en condiciones de revisar los altos costos para nuestra salud que conlleva el uso de estos métodos. Al final, la liberación fue la del hombre, que se mantiene al margen de la responsabilidad de hacerse cargo de su fertilidad.

Ellos son fértiles todos los días del mes y hasta muy mayores. Nosotras, en cambio, lo somos un par de horas al mes, y en una edad mucho más limitada. Sin embargo, la píldora actúa sobre nuestros cuerpos, como la mayoría de los métodos anticonceptivos. Esto dice mucho de cómo se maneja el mercado de la salud, ¿no? El sistema sigue siendo tan patriarcal que ni siquiera nosotras, las mujeres, les proponemos a los hombres que se hagan cargo de su fertilidad: probar otras prácticas sexuales o usar preservativo siempre… Nosotras siempre nos acabamos haciendo cargo de muchas cosas en la vida, y mucho más en lo que respecta a los “cuidados” en la salud.

Hablas de “plenopausia” en lugar de “menopausia”…

Primera menstruación: tabú. Juventud y fertilidad sobrevaloradas por el hecho de que puedes ser madre: eres joven y deseable. Después, menopausia: “no sirves”, se supone que no eres “sexualmente activa” ni “deseable”, ya no puedes darle hijxs al sistema… otro capítulo de condenas arcaicas. Es común que las mujeres vivan este proceso muy solas, en silencio y medicalizadas. Desde la ginecología te recetarán estrógenos, pero tu cuerpo va reduciendo su producción, es el proceso natural. Es normal que esta bajada hormonal produzca cambios y tu vivencia dependerá de cómo los lleves.

Es un periodo de la vida con una carga muy fuerte. Sobre todo por las construcciones culturales. Sin embargo, hay un montón de culturas en las que las mujeres acogen este momento como algo positivo: ya no puedo tener hijxs, ya no tienes ese riesgo y ahora se explorar la sexualidad desde otro lugar. En muchas culturas, las mujeres mayores adquieren más respeto y poder… Deberíamos acoger esta nueva etapa como un momento de plenitud, no como un apagón. Y abrirnos a vivir nuestra sexualidad como deseemos, ojalá al margen de las exigencias de este sistema sexista.

La sexualidad es algo que no se acaba nunca. Es la vida, la energía vital y creativa, el erotismo, el placer.

¿Por qué no se valora la belleza en sus múltiples formas, etapas de la vida y cuerpos diversos? Parece que sólo la juventud importa, nada más. Sin embargo, la sexualidad es algo que no se acaba nunca. Nacemos gracias a un acto sexual y amoroso (en lo posible) y a partir de ese momento vivimos en la sexualidad, que no es sólo el acto sexual, ni los genitales, ni el coito, ni la procreación. Es la vida, la energía vital y creativa, el erotismo, el placer. Lo es todo. La habitamos todo el tiempo y la tenemos muy dañada gracias al “tabú sexual” y nuestro gran jefe: el ideario patriarcal.

Otro veto muy grande es la afectividad y la sexualidad en la vejez. Es algo que de lo que no se quiere ni hablar… Pero debemos ir desprogramando esas visiones negativas que tenemos de procesos tan placenteros, que permanecen bajo cinco llaves, como si fuesen temas prohibidos, y transformarlos en temas abiertos para aprender más y acoger a tantas personas que se sienten solas o con miedo de poder compartir sus experiencias.

Entrando en el tema de ITS, ¿cómo crees que es la forma correcta o más amable con nosotras mismas de vivir el Virus del Papiloma Humano (HPV/VPH)?

Muchas mujeres lo viven en soledad, con miedo, incluso culpa. Es lo que llevo escuchando años a mi alrededor. No sé cuál será la forma correcta de llevarlo; cada una lo vive de un modo diferente, pero creo que lo más importante es reunirse entre mujeres y generar información (alternativa y adicional) a la oficial, porque hay muchas formas de curarse y de acompañar el proceso. Hay mujeres que lo “eliminan” y no vuelve a manifestarse, otras lo viven como un suceso repetitivo, cíclico y que a veces requiere de intervención médica, aunque no en todos los casos. Lo que sí es importante mencionar es que los chequeos médicos y seguimientos deben hacerse siempre para mantenerlo controlado.

Autoeducación como base para sanarnos y generar apoyo mutuo.

Al mismo tiempo es MUY necesario naturalizar este tema y romper el silencio, porque es demasiado común y no es ningun virus nuevo. El problema es que todas las ITS viven estigmatizadas por un asunto moral. Hay mucha gente que vive con VIH. ¿Y qué pasa? ¿Hablamos de eso? Yo no sé cual es la cura definitiva para el HPV. Conozco experiencias diversas: principalmente alcalinización del cuerpo, dietas depurativas y lavativas con plantas cicatrizantes. Pero considero que compartirlas de un modo aislado es irresponsable porque cada cura se realizó en cuerpos y contextos de vida diferentes, que no sé si funcionarían para todas de la misma forma. Considero que hay que promover los encuentros entre mujeres para apoyarse en la búsqueda de la sanación que cada una necesita y también del aprendizaje de vivir con esto: ¿Qué hiciste tú? ¿En qué etapa estás? Autoeducación como base para sanarnos y generar apoyo mutuo.

El hecho de que el ciclo menstrual y todas las cuestiones de la mujer y sus procesos sean un tabú aumenta la desigualdad de género. Como sabes, en Cromosomos X trabajamos para que esa brecha desaparezca en los países empobrecidos pero aquí también. ¿Cuál es tu opinión?

Siento que hoy se está hablando mucho más de todo esto que hace unos años atrás. Es importante que las niñas se interesen, pues en ellas está la semilla para la transformación. También hay que valorar que existen investigadoras, activistas, colectivas y lideresas que han ido construyendo el camino. Si no fuera por su agitación, aún estaríamos creyendo que la menstruación es un castigo o que la homosexualidad es una enfermedad, como nos metieron en la cabeza desde muy pequeñas. Yo, al menos, llegué a tener miedo por todo eso que me fue enseñado y lo creí, lo cargué en mi cuerpo con dolor y ha sido una odisea quitarlo desde muy adentro. Son creencias que aún siguen vigentes y que tenemos que seguir luchando para erradicarlas de la vida de las niñas y las feminidades.

Yo, al menos, llegué a tener miedo por todo eso que me fue enseñado y lo creí, lo cargué en mi cuerpo con dolor y ha sido una odisea quitarlo desde muy adentro.

Claramente, el tabú sobre la menstruación acentúa la desigualdad. En ciertos territorios las niñas no pueden acudir a la escuela esos días por la falta de productos de higiene. Es evidente e innegable. Sin embargo, confío en que estamos haciendo el ruido necesario para romper con esas brechas, aunque el trabajo aún es largo y necesario no sólo en los mal llamados “países del tercer mundo” sino que en todos los territorios, porque el patriarcado habita en cada una de nosotras en mayor o menor medida y los tabúes en torno al cuerpo (y más si se trata de fluidos) son gigantes, en los lugares menos pensados, incluso. Creo que mientras más hablemos de ello, mientras más espacios de discusión organicemos y más información positiva generemos, más vamos a ir avanzando en hacer los cambios necesarios, sobre todo en las redes sociales, que hoy son la herramienta más rápida de democratizar la información.

El cuerpo es muy sabio. La ciencia nos ha enseñarnos a no confiar en nosotras mismas. Sin embargo, debemos recuperar esa confianza, ser más intuitivas e ir entendiendo cosas mínimas que nos cambian la vida de un modo positivo. Esa es la invitación: a no tener miedo y volver, volver a nosotras mismas


Este artículo ha sido escrito siguiendo las directrices de la Guía para escritoras de Cromosomos X, un sistema de verificación informativa que hemos diseñado para poder asegurarte que la información que encontrarás en este portal, ha sido correctamente recabada, contrastada y referenciada.
En cuanto al artículo que acabas de leer, al tratarse mayoritariamente de un artículo de opinión en nuestro “semáforo de riesgo de veracidad” ha sido categorizado como verde, ya que la información convive con la opinión, el proceso es más laxo y su validación es menos estricta que en artículos científicos o sanitarios. Queremos que la información sea veraz, pero en materia de opinión, la validez es cuestionable. En Cromosomos X tenemos la nuestra, pero en este espacio caben muchas otras voces.


Un comentario sobre “UNA INVITACIÓN A VOLVER A NOSOTRAS MISMAS

  1. Buenas tardes como esta usted. Me párese excelente estos temas y buenísimo el libro pabla. Tu eres una gran mujer estoy muy muy orgullosa de ver tus friunfos y conocimieto. Por todo lo que tu haces eres una guerrera. Leona. Luchadora 🤼‍♀️ de la vida siguen siempre haci no cambies nunca sobrina por qué tu eres el vivo reflejo de muchas mujeres que todavía están en el baúl en el anonimato. Por que este paiz son todos ipicritad y cínicos que todavía no viven la realidad que les pasa a todas las mujeres en este paiz. Estamos muy muy lejos de la realidad para otros países. Y por esto te pido que sigas sigas ayudando a todas estas mujeres que todavía se quedaron en el pasado oculto años. Estoy muy muy orgullosa de ti sobrina sigue sigue tu eres grande y poderosa y muy inteligente y capas de hacer muchad cosas más. Gracias gracias sobrina pabla Pérez San Martín. Me encantaría que algún día tu te pudieras juntar con tu primo Oscar Marín sam Martin y crear y hacer un libro de las hermana San Martín de nuestra historia de vida. Que ceria maravilloso ya llevarlo a una pelicula. Nosotros tenemos muchas historia sobrina te dejo esta tarea a futuro antes que otros editores las lleven acabo gracias sobrina y muchas bendiciones. Eres grande y extraterrestre 🛸 gracias

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