Recuperar nuestro espacio, resignificar nuestras vivencias

Los procesos femeninos están generalmente rodeados de mitos y tabúes. Vivimos en una sociedad que no muestra ningún respeto por nuestros ciclos, y que prefiere omitir información y seguir dando coba a fábulas y leyendas que nos alejan de lo que realmente sucede en nuestros cuerpos a lo largo de toda nuestra vida.

Mucho se habla de la menstruación y sus mitos, pero la cosa va más allá.

Soy doula, y en mi trabajo acompaño a mujeres y parejas durante la llegada de sus bebés. Estoy con ellos ofreciendo apoyo emocional e información para que tomen decisiones durante todo este proceso con total seguridad.

Es curioso, porque en ocasiones soy yo la que despierto en estas parejas el gusanillo de saber más, y se sorprenden muchas veces al conocer la cantidad de cosas en las que pueden tomar parte.

Porque nuestro cuerpo está dormido, y es un pensamiento totalmente personal, pero nos han educado para frenar el deseo, tomar anticonceptivos que “apaguen” nuestro ciclo y ponernos la epidural para no sentir nada en el parto. Y vivir así no es ni más sano ni mejor, es una manera de no involucrarnos ni apropiarnos de nuestras vivencias.

Porque la regla duele, el sexo (a veces) duele, el parto duele, la lactancia duele,… todo es patológico y todo duele. Mejor tomar esta píldora y acallar esa molestia, porque buscar de dónde viene ese dolor es otra historia, más larga y que implica más consciencia. Mejor no. 

Y aquí me podría explayar durante hojas y hojas, porque no solo es llegar a un parto sin tener ni idea de lo que es o se espera que sea. Es llegar a un posparto y cuidar de una criatura, darle el pecho con apoyo profesional y emocional, es educar y sostener a una familia sin tribu, tener una relación de pareja trabajada en la igualdad…, es revisar toda una vida de prejuicios y expectativas sociales entorno a los procesos fisiológicos de la mujer.

Por eso, cuando le digo a una mujer que viva las contracciones uterinas del parto con calma, que las atraviese de forma consciente, haciendo frente a ese dolor y viviendo la experiencia como algo natural que nos va a acercar más a nuestro bebé, hay quien me tacha de masoquista. Porque “con el avance de la ciencia no hace falta pasar por eso”. Sí hace falta pasar por eso. Porque “eso” es nuestro parto y el nacimiento de nuestra criatura, una de las experiencias más transformadoras para la mujer.

Esto no significa que no puedas utilizar analgesia, claro que no, lo que significa es que debes ser tú la que decidas en todo momento si usarla o no. Porque tu parto es tuyo, porque tú eres la protagonista, porque sabemos parir y nuestros bebés saben nacer. Llevamos haciéndolo miles de años, rodeadas de mujeres y de amor, sin prisas y sin presiones.

Dejemos entonces a las mujeres parir en calma, sin relojes ni expectativas.

Dejemos que las niñas y adolescentes vivan el inicio a su etapa fértil con felicidad e ilusión. Que vean crecer sus pechos sin miedo a miradas lascivas y juicios. Que conozcan su sangre de vida sin temor a ser señaladas o alejadas del grupo.

Dejemos a las mujeres vivir sus ciclos de manera natural, positiva y salvaje. Conectando con ese saber interno, con esa intuición. Que podamos conocer nuestro cuerpo, por dentro y por fuera, en cualquier fase en la que nos encontremos. Que nos demos placer con total tranquilidad. Que nos sintamos libres para quienes somos.

Dejemos que los hombres nos acompañen con compresión, sin miedo y ofreciendo apoyo y sostén.

Dejemos estar, tan solo dejemos estar.

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Biografía de la autora

Soy Berta Hache y mi proyecto es Siembra de Luna. Soy madre y feminista. Amante de lo cotidiano y admiradora de lo extraordinario. Me considero una persona valiente, capaz de mirar a la vida de frente y saber asumir los retos, y a la vez medito mis decisiones un millar de veces antes de dar un paso. Organizada y constante solo en aquello que me apasiona. Me encanta viajar y descubrir cómo cambio en cada viaje. Cada día trato de amar mi cuerpo tal y como es, y procuro tener un tiempo y un espacio para mí. Sueño con vivir de manera autogestionada y con poder tocar la luna antes de morir.

En un futuro me veo como una abuela arrugadita, con el pelo largo y blanco, pero fuerte y sana. Con mi casa de piedra en un pueblo pequeño, trabajando la tierra. Me imagino como una anciana que conoce las plantas y los árboles, que respeta la naturaleza y sus ciclos. Que cuida de su familia, que ofrece casa, comida y fuego a quien lo necesite. Que cuenta historias antiguas, que interpreta los sueños y que enseña a las generaciones lo más importante: vivir según el dictado de tu corazón.

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Un comentario sobre “Recuperar nuestro espacio, resignificar nuestras vivencias

  1. ¡Qué texto tan bonito y tan cierto! Y que necesaria es esa conexión con nosotras y con nuestra esencia. Muchas gracias por compartir y por tu labor.

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